domingo, 31 de julio de 2011

LA ESTATUA

Múltiples sucesos me han ocurrido en mi vida, pero ninguno como el que quiero relatar ahora.
Se trataba de un miércoles por la mañana, yo estaba en nuestra finca de Torrevieja leyendo sola, con el sonido de las olas.
En ese instante estaba relajada, pero, claro, eso duró poco. Entró por la puerta la señorita Mcguffing, mi niñera. Bastante molesta, me dijo:
-         ¡Todo el día ahí tirada leyendo tus cuentecillos¡!Ve a cambiarte de ropa, que en 15 minutos llegará tu padre¡
-         Sí, señorita –respondí.
Mi padre era un hombre de negocios muy respetado, por eso Mcguffing era muy pelota con él.
Después de vestirme, bajé al salón y allí estaba él, sentado en su sillón. Hablamos unos 10 minutos y, después me dijo que fuera al jardín a jugar un rato.
El jardín era grande, recuerdo que tenía una fuente en el centro con una estatua de un dios de una cultura extraña del que mi padre me había contado que su nombre era Pan.
Bueno, pues que mientras jugaba, básicamente, la estatua cobró vida, y eso pasó durante varias semanas.
Pan y yo éramos muy amigos. Recuerdo que no quería que nadie lo viera, por eso, cuando venía Mcguffing o mi padre, se volvía a convertir en estatua.
Jugué con él muchas tardes, hasta el día que enfermé.
Desde ese día, Pan solo apareció en mis sueños.
Hoy sigo soñando con él y la verdad es que…!Me divierto mucho¡

Elena Heras 5º/6º

1 comentario:

  1. Magnífico, Elena; es ingenioso y con buen ritmo narrativo.

    Aquí ya he corregido alguna cosilla más que en el anterior. Sobre todo los signos de exclamación, que los pones al revés.

    Te lo paso entero, para que le eches una ojeada. Ah, y mándame todos los textos que quieras:

    Múltiples sucesos me han ocurrido en mi vida, pero ninguno como el que quiero relatar ahora.
    Era un miércoles por la mañana. Yo estaba en nuestra finca de Torrevieja leyendo sola, con el sonido de las olas de fondo.
    En ese instante me encontraba relajada; pero, claro, eso duró poco. Entró por la puerta la señorita Mcguffing, mi niñera. Bastante molesta, y me dijo:
    - ¡Todo el día ahí tirada leyendo tus cuentecillos!¡Ve a cambiarte de ropa, que en 15 minutos llegará tu padre!
    - Sí, señorita –respondí.
    Mi padre era un hombre de negocios muy respetado, por eso Mcguffing se comportaba muy pelota con él.
    Después de vestirme, bajé al salón y allí estaba él, sentado en su sillón. Hablamos unos diez minutos, y después me dijo que fuera al jardín a jugar un rato.
    El jardín era grande, recuerdo que tenía una fuente en el centro con una estatua de un dios de una cultura extraña del que mi padre me había contado que su nombre era Pan.
    Bueno, pues que mientras jugaba, básicamente, la estatua cobró vida, y eso pasó durante varias semanas.
    Pan y yo éramos muy amigos. Recuerdo que no quería que nadie lo viera; por eso, cuando venía Mcguffing o mi padre, se volvía a convertir en estatua.
    Jugué con él muchas tardes, hasta el día que enfermé.
    Desde ese día, Pan solo apareció en mis sueños.
    Hoy sigo soñando con él y la verdad es que… ¡Me divierto mucho!

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