lunes, 14 de febrero de 2011

FINAL INESPERADO

Estaba deseando salir de allí, tenía mucho miedo. Al principio esas cuatro  paredes eran más grande, pero poco a poco iban empequeñeciendo.
Yo gritaba, pero nada ni nadie me oía. De vez en cuando algo, como una mano suave y calentita me acariciaba, cómo si alguien me quisiera.
Tenía hambre. De aquellas paredes húmedas salía una especie de tubo por dónde me alimentaba.
 Aquel secuestro estaba siendo demasiado largo.
Llegó el día, el momento, las paredes empezaron a moverse. Por una especie de pasillo largo asomé la cabeza.
Mi mamá me abrazó, en cuanto nací ya no tuve miedo nunca más, me sentí querida y calentita para el resto de mi vida.

Nadia Azcutia Díaz (5º)
C.E.I.P Rosalía de Castro (Getafe)

1 comentario:

  1. ¡Toma ya! ¡Madre mía, qué calidad! Es un texto magnífico, redondo... perfecto.

    Algo he retocado, pero poco. Aquí te lo dejo. Felicidades, es literatura de la buena:

    "Estaba deseando salir de allí, tenía mucho miedo. Al principio, esas cuatro paredes eran más grandes; pero, poco a poco, fueron empequeñeciendo.

    Yo gritaba; aunque nada ni nadie me oía. De vez en cuando algo, una mano suave y calentita, me acariciaba como si alguien me quisiera. Tenía hambre.

    De aquellas paredes húmedas salía una especie de tubo por dónde me alimentaba. Aquel secuestro estaba siendo demasiado largo.

    Llegó el día, el momento. Las paredes empezaron a moverse. Por una especie de pasillo largo asomé la cabeza.

    Mi mamá me abrazó. En cuanto nací, ya no tuve miedo nunca más: me sentí querida y calentita para el resto de mi vida."

    ResponderEliminar